Nací en un país, vivo en otro. Me mudé a un idioma y una cultura diferentes. Experimenté en carne propia la sensación de sentirme extranjero, ajeno. No puedo culpar al destino, abandoné la tierra que me vio nacer por propia voluntad. En este aparente atentado contra mí mismo hubo «circunstancias atenuantes»: se vivían tiempos revueltos.Sigue leyendo «Sentirse extranjero, ajeno»