No pude resistir la tentación de parafrasear a Gabriel García Márquez, el genial creador de Macondo, una geografía imaginaria donde la realidad y la ficción se entrelazan y confunden. A veces cuando la realidad se nos antoja demasiado cruda es bueno escaparnos un rato a la ficción.
Debí ser escritor desde el vamos. Aprendí a leer y a escribir a los tres años, a los cuatro entré a la escuela por propia voluntad, a los siete escribía y divulgaba cuentos de indios y vaqueros hilvanando hojas con un hilo.
Pero a la hora de escoger carrera solo había para mí tres opciones: ingeniería, medicina o abogacía. Me era claro que para ir por la vida precisaba una profesión sólida. El hecho de ser mi padre ingeniero fue determinante en mi elección. Escogí la especialidad que me pareció más humana, tecnología de alimentos. Podía, por ejemplo, salvar al mundo del fantasma del hambre.
Mi trayectoria profesional se centró en metas más modestas y hoy día entiendo que el problema reside menos en la tecnología, que tiene soluciones de sobra, y más en la distribución de la riqueza.
Hay una tendencia a pensar que los ingenieros tienen una mente cuadrada. Creo que se trata de una generalización que no hace justicia a la mayoría de mis colegas y que me obliga a esforzarme para mantener un criterio amplio. A los ingenieros nos une un común denominador que resumiría en la frase: deme un problema, yo encontraré la solución. Esta actitud me motiva a la acción y si logro encontrar una solución satisfactoria me siento muy reconfortado. Sin embargo para mí el gozo no es completo; en el mundo de la ingeniería desarrollo productos pero no puedo expresar pensamientos, sensaciones y emociones.
Aquí entra en juego la escritura. El escritor presenta al lector un enigma y lo invita a desentrañarlo, como en el campo de la ingeniería. La satisfacción que se siente al resolver un misterio literario es muy similar. Escogo la ficción ambientada en el mundo real donde los personajes pueden ir más allá de los límites habituales en la vida cotidiana, manifestando una amplia gama de sentimientos, exhibiendo cualidades que anhelo tener: audacia, valentía, generosidad, ecuanimidad.
Por lo tanto he decidido sumarme a los filas de los novelistas. Para poder crear y recrear sin más límites que mi propia fantasía.
Hola Eli, Me gustó mucho tu nota y aporte tan valioso acerca del Yoga y el sistema inmune.
Algo leí de tu novela y me parece así como lo que decís vos, audaz, dinámica, muy entretenida y por sobre todo muy bien escrita, realmente maravilloso. Así que ahora ya esperando tu novela completa que deseo e imagino que será un «Éxito». Abrazos
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